I Plan the Party (and Drag Him to It) And That’s Why It Works

Soy yo quien organiza los planes (y me lo llevo puesto)… y por eso nos va bien

(Español abajo)

When you’ve been married for a while (my husband Phil and I are going on twelve years now, and we’ve been together for nearly sixteen), you learn a thing or two about making things work without losing your mind or your spark. I’ve learned that if I want to dance, I'd better put on my dancing shoes and lead the way.

Phil is many wonderful things. He’s steady, generous, supportive, and wildly talented behind the camera. But a party guy? A “let’s go out dancing” kind of man? Not really.

Meanwhile, I grew up loving music, dressing up, moving my body, and soaking up a good vibe. That hasn’t changed now that I’m in my 60s. So I’ve stopped waiting around for him to initiate a fun night out, especially one with neon lights and 80s music.

The Surprise Plan That Actually Worked

One day, a few months ago, I saw that a local venue was hosting an 80s-themed party. We’ve been there before for line dancing and a disco night, and both times we ended up having a great time (even if one of us walked in a little skeptical). So I marked “DATE NIGHT” on the calendar and kept the details to myself.

Phil figured something was up when he saw my outfit. His response? “Now I’m scared!”

But once we pulled up to the venue, he relaxed. He laughed. He danced. He took photos. And just like the times before, he had a blast. As for me, I already knew I would. Give me a dance floor, a fun outfit, and a theme, and I’m golden.

I Don’t Mind Being the One Who Plans

I’ve learned that I don’t mind being the one to plan these kinds of outings. It doesn’t feel like extra work. It feels like I’m choosing joy, for both of us.

Sometimes it’s a concert. Other times it’s roller skating or a last-minute walk on the beach. It’s not always fancy. But it is always intentional.

We’re Different, and That’s the Magic

Phil and I are very different people. That’s part of what makes our relationship interesting. We’ve both lived through enough: previous relationships, parenting, career pivots, aging, to know that happiness doesn’t just show up uninvited. You have to go out and meet it.

Sometimes you have to dress up, print out the tickets, and drive the car yourself.

Relationships Need Intention, Not Perfection

If you’re the one in your relationship who loves to plan things, own it. Don’t wait around for someone to read your mind. If you want to go dancing, go dancing. If your partner loves quiet dinners, make a reservation.

Relationships aren’t always 50/50. Sometimes they’re 80/20. Sometimes they’re a solo act that turns into a duet. But when both people show up in their own way, it works.

In the end, we both win. Every single time.

Your Turn

Do you do date nights? Who plans them in your relationship, and where do you love to go?

Español

Cuando llevas años casada (mi esposo Phil y yo vamos camino de doce, y llevamos casi dieciséis juntos), sabes cómo hacer que la relación funcione sin perder la cabeza… ni la chispa. Y una de las cosas que yo he aprendido es esta: si quiero bailar, mejor me calzo los zapatos de baile y tomo la iniciativa.

Phil tiene muchas virtudes. Es constante, generoso, atento y un auténtico crack con la cámara. Pero ¿amante de la fiesta? ¿De esos que dicen “vamos a bailar”? Pues no, la verdad.

Yo, en cambio, siempre he sido de salir, vestirme, tener buen rollo y mover el cuerpo. Y eso no ha cambiado ahora que tengo sesenta y tantos. Así que he dejado de esperar a que sea él quien proponga una noche divertida, sobre todo si implica luces de neón y música de los ochenta.

El plan sorpresa que salió redondo

Hace unos meses vi que una sala de conciertos local organizaba una fiesta temática de los 80. Ya habíamos estado allí antes en una noche de country y otra de música disco, y las dos veces lo pasamos genial (aunque uno de los dos entró con cierta cara de “ya veremos”). Así que marqué en el calendario una cita de “Noche de pareja” y no le conté nada más.

Phil se olió algo cuando vio cómo iba vestida. Su reacción fue: “¡Ahora sí que me das miedo!”

Pero en cuanto llegamos al sitio, se relajó. Se rió. Bailó. Sacó fotos. Y, como en ocasiones anteriores, se lo pasó en grande. Yo ya sabía que lo haría. A mí dame una pista de baile, un traje divertido, buena música, y soy feliz.

No me importa ser la que organiza

La verdad es que no me molesta ser yo la que hace este tipo de planes. No lo siento como una carga. Al contrario: siento que elijo la alegría, para los dos.

A veces es un concierto. Otras, patinaje o un paseo de última hora por la playa. No siempre es algo sofisticado, pero sí es siempre algo con intención.

Somos diferentes, y ahí está la magia

Phil y yo somos personas muy distintas, y eso es parte de lo que hace interesante nuestra relación. Ambos hemos vivido lo nuestro: relaciones anteriores, crianza de hijos, cambios de rumbo profesional, el paso del tiempo… Sabemos que la felicidad no llama sola a la puerta. Hay que salir a buscarla.

A veces hay que vestirse, imprimir las entradas y conducir el coche una misma.

Las relaciones necesitan intención, no perfección

Si tú eres quien suele proponer planes en tu relación, aprovéchalo. No esperes a que la otra persona te lea la mente. Si te apetece bailar, ve a bailar. Si a tu pareja le van las cenas tranquilas, reserva mesa.

Las relaciones no siempre son un 50/50. A veces son un 80/20. A veces empiezas tú sola y acabáis los dos cantando a dúo. Pero cuando cada uno aporta a su manera, funciona.

Y al final, ganamos los dos. Siempre.

Te toca a ti

¿Tú también organizas noches en pareja? ¿Quién suele proponer los planes en tu relación? ¿Adónde os gusta ir?